Todos tenemos una fuerza interior tan grande que nos da una gran fortaleza.
Estamos aquí para salir victoriosos, alcanzar éxitos, triunfar. No venimos a este mundo para fracasar, inclinar la cabeza, gemir, lamentarnos, sentirnos víctimas o manipular a otros.
El punto es hacer todo con equilibrio, seamos triunfalistas sin ser ególatras.
Nuestros proyectos deben ser prácticos y accesibles, que estén al alcance y que no sean cosas inaccesibles.
Llevando una posición digna, que nos permita extender la mano a otros.
Como sabemos el Universo es un enorme espejo que nos devuelve lo que nosotros damos.
Si estamos frustrados, llenos de resentimientos, quejas, somos descorteces, nos devuelven la mirada y recibimos lo mismo, en cambio si somos corteses, gentiles, animosos, optimistas, nos devuelven sonrisas y es beneficioso tanto para el que lo otorga como para el que lo recibe.
Demos lo mejor, contagiemos nuestro entusiasmo y una buena actitud. Sobre todo cuando somos negativos requerimos doble esfuerzo para salir triunfantes y alcanzar nuestras metas.
Cuando estamos en situaciones de gran tristeza real no debemos dejarnos hundir en la monotonía, en la depresión, es ahí donde debemos buscar nuestra fuerza interior para salir de esa adversidad, para estar nuevamente en equilibrio físico, mental y emocional.
Nos engañamos pensando que el mundo es injusto con nosotros, cuando no hacemos un esfuerzo para cambiarlo, buscando excusas para no hacer el trabajo en forma adecuada:
Dediquemos esfuerzo en mejorar nuestra calidad de vida, solo el que logra salir triunfante es el que pone todo su ser en desempeñarse en la mejor manera posible.
Aquí lo importante es entender que SOMOS IMP0RTANTES, QUE LOS DEMÁS TAMBIEN SON IMPORTANTES.
Es terrible el daño causando cuando criticamos, juzgamos y señalamos errores a los demás, usemos mejor la empatía, la comprensión, la compasión y dando siempre aliento, que nuestro gozo sea por hacerles el bien y no por causarles más daño.
Una canción que nos recuerda esto:
Seamos comprensivos con nuestros errores propios y con los errores ajenos, eso no significa justificar todo.
Este bello poema lo describe:
No podemos justificar errores, se trata de comprender que todos tenemos fallas, porque el único ser perfecto es Dios. Todos estamos aprendiendo. Bendito sea que estamos aprendiendo.
Me gustó mucho la música.
No le había tomado sentido hasta hoy.
Gracias por compartirla!