El objetivo de este tema es saber que aún en tiempos inciertos y difíciles, existe un poder superior al hombre, no estamos solos.
Desde tiempos inmemorables se han vulnerado los derechos humanos en afán de controlar y manipular a los demás, por la codicia de poder y riquezas, causando gran sufrimiento a toda la humanidad para beneficio de unos pocos. .
Cada uno de nosotros somos únicos e insustituibles somos instrumentos hermosos en las manos de Dios. Y cada uno de nosotros tenemos un sonido diferente.
Dios camina con nosotros para fortalecernos y más en la aflicción, en el dolor, en la amargura, recordemos este bello mensaje “Las Huellas en la Arena”
Anónimo
Una noche soñé que caminaba por la playa con Dios. Durante la caminata, muchas escenas de mi vida se iban proyectando en la pantalla del cielo.
Con cada escena que pasaba notaba que unas huellas de pies se formaban en la arena: unas eran las mías y las otras eran de Dios.
A veces aparecían dos pares de huellas y a veces un solo par. Esto me preocupó mucho porque pude notar que, durate las escenas que reflejaban las etapas más tristes de mi vida, cuando me sentía apenado, angustiado y derrotado, solamente había un par de huellas en la arena. Entonces, le dije a Dios:
“Señor, Tú me prometiste que si te seguía siempre caminarías a mi lado. Sin embargo, he notado que en los momentos más difíciles de mi vida, había sólo un par de huellas en la arena. ¿Por qué, cuándo más te necesité, no caminaste a mi lado?.
Entonces Él me respondió:
“Querido hijo. Yo te amo infinitamente y jamás te abandonaría en los momentos difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas es porque yo te cargaba en mis brazos…”.
En la vida podrás caer y levantarte pero nunca debes soltarte de la mano de Dios
No te desesperes la mano de Dios es tan poderosa que nos libera a través de las dificultades.
Ten confianza Dios no actúa cuando tú quieres, sino cuando es necesario
Si permaneces en la mano de Dios todo estará bien y no te perderás, disfruta del regalo más hermoso de Dios, para ti, la vida.
El siguiente cuento nos muestra lo que es importante en la vida:
LA MALETA VACÍA
Un hombre murió intempestivamente. Al darse cuenta vio que se acercaba Dios, quien llevaba una maleta consigo y le dijo:
– Bien hijo mío, es hora de irnos.
El hombre asombrado le preguntó a Dios:
– ¿Ya? ¡Tan pronto! ¡Tenía muchos planes!
– Lo siento hijo, pero es el momento de tu partida.
– ¿Qué traes en esa maleta?
– Tus pertenencias.
– ¿Mis pertenencias? ¿Son mis cosas, mis ropas, mi dinero?
– Lo siento hijo, las cosas materiales que tenías, nunca te pertenecieron? eran de la Tierra.
– ¿Traes mis recuerdos?
– Lo siento hijo, esos ya no vienen contigo, nunca te pertenecieron… eran del tiempo.
– ¿Traes mis talentos?
– Lo siento hijo pero esos nunca te pertenecieron? eran de las circunstancias.
– ¿Traes a mis amigos, a mis familiares?
– Lo siento hijo pero ellos nunca te pertenecieron… eran del camino.
– ¿Traes a mi mujer y a mis hijos?
– Lo siento hijo, ellos nunca te pertenecieron? eran de tu corazón.
– ¿Traes mi cuerpo?
– Lo siento hijo?. ese nunca te perteneció. Ese era del polvo.
– Entonces, ¿traes mi alma?
– Lo siento hijo pero ella nunca te perteneció? era mía.
Entonces el hombre lleno de miedo le arrebató a Dios la maleta y al abrirla, se dio cuenta que estaba vacía.
Con una lágrima de tristeza brotando de sus ojos, el hombre le dijo a Dios:
– ¿Nunca tuve nada?
-Así es hijo mío, “nunca tuviste nada y lo tuviste todo a la vez” ya que: Cada uno de los momentos que viviste fueron únicamente tuyos y solo tuyos…
Moraleja
La vida es solo un momento, un momento solo tuyo ¡Disfrútalo en su totalidad!
Que nada de lo que crees que te pertenece te detenga….
¡Vive el ahora! ¡Vive tu vida…! Y no te olvides de SER FELIZ, es lo único que realmente vale la pena.
Las cosas materiales y todo lo demás por lo que luchaste, se quedan aquí y no te podrás llevar nada.
Solo te llevaras los buenos momentos que pasaste en compañía de otros a lo largo de todas las etapas de tu vida.
Si dejas todo en manos de DIOS, verás la mano de Dios en todo.
Y recuerda . . .